¿Por qué Pasto fue capital de la República?

¿Por qué Pasto fue capital de la República?


Imagina que retrocedes 158 años en el tiempo. Estás en la Confederación Granadina, lo que hoy conoces como la República de Colombia. El país está convulsionado: en Bogotá, la capital, y en Popayán, el general Tomás Cipriano de Mosquera se ha rebelado contra el gobierno de Mariano Ospina Rodríguez. Con el apoyo de otros Estados, Mosquera avanza decidido a tomarse el poder en Bogotá.

Y es justo en medio de esta tormenta política que Pasto recibe un honor histórico: convertirse en capital de la república, tal como lo establecía la Constitución de 1858.

Pero antes de llegar a ese punto, necesitas conocer los acontecimientos que desencadenaron este momento decisivo.

Desde 1831, cuando la república adoptó el nombre de Nueva Granada, hasta 1858, cuando pasó a llamarse Confederación Granadina, ya habían ocurrido al menos tres grandes guerras civiles. La primera, entre 1839 y 1841, conocida como la Guerra de los Conventos o de los Supremos, golpeó con fuerza el sur del país. La segunda, en 1851, cuando los conservadores se levantaron contra el gobierno de José Hilario López. Y la tercera, en 1854, con el levantamiento del general José María Melo contra José María Obando, quien fue derrocado aquel 17 de abril.

Durante ese tiempo, tres constituciones marcaron el rumbo político: la de 1832, la de 1843 y la de 1853. Y en 1857, cuando el liberalismo estaba dividido entre los seguidores de Mosquera —apoyados por los “draconianos” y algunos conservadores— y los de Manuel Murillo Toro —respaldados por los “gólgotas”—, el poder cayó en manos de un conservador: Mariano Ospina Rodríguez. Él asumió la presidencia tras el mandato de Manuel María Mallarino, quien había gobernado con relativa armonía.

Un año más tarde, en 1858, se sanciona una nueva Constitución que da vida a la Confederación Granadina y oficializa el federalismo. Cada Estado podía dictar sus propias leyes y elegir a su presidente, mientras el gobierno central solo intervenía en asuntos de orden público, moneda, leyes penales y relaciones exteriores.

El artículo primero lo decía con claridad: Antioquia, Bolívar, Boyacá, Cauca, Cundinamarca, Magdalena, Panamá y Santander se confederaban a perpetuidad, formando una nación libre e independiente.

Pero Ospina Rodríguez no gobernaba con apertura. Su estilo sectario generó resistencia: Mosquera en el Cauca y Murillo Toro en Santander se hicieron elegir presidentes en sus Estados, lo que encendió la ira de Ospina. Desde el poder central buscó debilitar a estas autoridades, apoyándose en funcionarios que promovían incluso su derrocamiento.

La tensión explotó en 1859, cuando se expidió una Ley Electoral que entregaba al Congreso, dominado por los conservadores, la facultad de intervenir en las elecciones de los Estados. Seis de los nueve Estados —Cauca, Panamá, Santander, Magdalena, Antioquia y Bolívar— la declararon inconstitucional.

El tablero político estaba dividido: Antioquia, Boyacá, Bolívar y Cundinamarca bajo dominio conservador; Santander y Magdalena en manos liberales; Panamá neutral; y el Cauca liderado por Mosquera con su “partido nacional”.

El 18 de abril de 1860, Mosquera protestó oficialmente contra la ley y advirtió que, si se aplicaba, el Cauca se separaría de la Confederación. Sin respuesta, el 8 de mayo declaró al Cauca como Estado soberano e independiente, con el respaldo de Bolívar y Magdalena.

Mientras tanto, el presidente Ospina intentaba frenar la crisis, pero ya era tarde: Mosquera marchaba sobre Bogotá, esta vez con el apoyo de José María Obando. La guerra estaba en marcha.

En medio del conflicto, y al no poderse celebrar elecciones, el poder pasó al procurador Bartolomé Calvo, pero tanto él como Ospina fueron capturados por Mosquera. De acuerdo con la Constitución, la presidencia recayó en el general Leonardo Canal González, quien decidió marchar al sur para unirse a Julio Arboleda y organizar la contrarrevolución.

Fue así como en julio de 1862, en La Unión, Canal asumió la presidencia de la Confederación Granadina. Y el 23 de ese mes llegó a Pasto, donde designó a Vicente Cárdenas como secretario de Relaciones Exteriores y a Juan Bautista Cajiao en Hacienda.

Tres días después, el 26 de julio de 1862, tomó una decisión que marcaría para siempre la historia de la ciudad: decretar a Pasto como capital de la república.

Ese, y no otro, es el camino que llevó a tu tierra, Pasto, a ser reconocida en aquel momento como el corazón político de la Confederación Granadina.

El decreto en mención es el siguiente:

El presidente de la Confederación Granadina, En uso de la autorización que le concede el artículo 4 de la Ley de 30 de abril de 1859 para trasladar provisionalmente, en caso de grave turbación del orden general, la capital de la Confederación al lugar que las circunstancias indiquen como más conveniente,

 DECRETA:

 Artículo Único. Designase para los efectos legales la ciudad de Pasto, como capital provisoria de la República.

Dado en Pasto, a 26 de julio de 1862.

 

Leonardo Canal.
Presidente.

 

El secretario de Gobierno y Guerra.

Sergio Arboleda.

 Y en esos seis meses ocurrieron acontecimientos de enorme importancia. Se vivió incluso una guerra internacional con el Ecuador, bajo la presidencia de Gabriel García Moreno. Allí, el poeta-soldado Julio Arboleda obtuvo la victoria en el combate de las gradas de Tulcán el 31 de julio de 1862. Lo curioso es que este conflicto tuvo un origen insólito, un auténtico “lío de faldas” que más adelante analizaremos.

Pero la historia de Arboleda no termina ahí. Tiempo después, en las montañas de Berruecos, en el sitio conocido como El Arenal, fue herido gravemente. Al día siguiente, el 13 de noviembre de 1862, falleció en el sector de Olaya, en lo que hoy es el municipio de Arboleda, en Nariño. Allí mismo se levantó un monumento para honrar su memoria. Sin embargo, como tantos otros lugares históricos de nuestra tierra, este espacio ha sufrido el abandono y el deterioro del tiempo, por falta de cuidado y preservación.

Un hecho que nos invita a reflexionar: ¿cómo podemos valorar nuestra historia si dejamos perder los lugares que la mantienen viva?

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