7 miedos que son tus monstruos. Un estoico te enseña a combatirlos
Son el miedo a la pobreza, el pánico a la soledad, la angustia por el
fracaso. Estos espantos no tienen cadenas ni sábanas blancas; están hechos de
tus propias inseguridades y de las expectativas que la sociedad impone sobre
ti. Te roban la tranquilidad, te paralizan y te impiden vivir una vida plena.
Pero, ¿y si te digo que hay una forma de combatirlos? ¿Y si te digo que la
respuesta no está en el exterior, sino en tu mente?
Permítame contarte una historia.
Hace unos años, conocí a un hombre. Su nombre era Marco. No, no el
emperador romano, sino un joven con ojos cansados y una mochila llena de
preocupaciones. Marco vivía atormentado por el miedo a fracasar. Estaba a punto
de graduarse de la universidad, y mientras sus amigos planeaban viajes y
celebraciones, él solo sentía un nudo en el estómago. Temía no encontrar
trabajo, ser una decepción para sus padres y acabar viviendo una vida mediocre.
Este miedo lo paralizaba. Dejó de salir con sus amigos, se aisló y pasaba
las noches en vela. Veía sus espantos en cada entrevista de trabajo fallida, en
cada publicación de LinkedIn que mostraba el éxito de sus compañeros, en cada
comentario de su familia. Marco era un esclavo de sus miedos, y lo sabía. Un
día, lo encontré en un parque, mirando al vacío. Me senté a su lado y, sin
saber por qué, le conté sobre el estoicismo.
Le hablé de un filósofo esclavo, Epicteto, que a pesar de haber vivido una
vida de privaciones, encontró la libertad en su mente. Le conté cómo Epicteto
enseñaba a sus discípulos que la felicidad no reside en las cosas externas,
sino en la paz interior. "La libertad", decía, "se logra cuando
te liberas de los deseos y de los miedos".
Marco me miró con escepticismo. "¿Crees que unas ideas de hace más de
2.000 años me ayudarán a encontrar trabajo?", me preguntó. "No",
le respondí. "No te ayudarán a encontrar trabajo. Te ayudarán a no
volverte loco si no lo encuentras". Ahí lo entendió.
Le propuse un ejercicio. "Cada vez que sientas uno de esos espantos,
obsérvalo. Dale un nombre, una forma. No lo rechaces. Acepta que está
ahí". Le expliqué que el primer paso para domar a un monstruo es mirarlo a
los ojos.
La filosofía estoica no te pide que ignores el dolor, el miedo o la
tristeza. Te pide que los aceptes, que los analices, y que te des cuenta de que
no tienes control sobre lo que sucede, pero sí sobre cómo
reaccionas a ello. Esto es la dicotomía del control, una de las
ideas centrales del estoicismo.
¿Te preocupa lo que los demás piensen de ti? Eso no está en tu control. ¿Te
preocupa perder a alguien que amas? Tampoco. Entonces, ¿por qué te atormentas
con cosas sobre las que no puedes hacer nada? Marco Aurelio, el emperador-filósofo,
escribió en sus Meditaciones: “Tienes poder sobre
tu mente, no sobre los acontecimientos externos. Date cuenta de esto, y
encontrarás la fuerza”.
Le expliqué a Marco que sus espantos eran proyecciones de su mente,
fantasmas que él mismo creaba. El miedo al fracaso no era el fracaso en sí,
sino la idea de ser un fracasado. Y esa idea, esa interpretación, sí estaba
bajo su control.
Un mapa para enfrentar a tus espantos
Para combatir a tus propios espantos, te propongo seguir un mapa. Es un
camino que Marco recorrió y que lo transformó.
Paso 1:
Identifica a tu espanto.
¿A qué le temes de verdad? ¿Es a la opinión de los demás? ¿Al futuro
incierto? ¿A la vejez? Nombra a tu miedo. Conviértelo de una sombra amorfa en
algo concreto. Por ejemplo: "Mi espanto es el miedo a que mi proyecto
fracase".
Paso 2:
Diferencia entre lo que controlas y lo que no.
Aquí es donde entra en juego la dicotomía del control.
Tu proyecto puede fracasar o no. Eso no lo controlas. Pero sí controlas la
calidad de tu trabajo, la dedicación que le pones y cómo te recuperas si las
cosas no salen bien. El espanto habita en la zona que no controlas. La solución
reside en la que sí. Como dijo Epicteto: “No pidas
que las cosas ocurran como deseas, sino desea que ocurran como ocurren, y serás
feliz”.
Paso 3:
Visualiza el peor escenario.
Sí, sé que suena contra intuitivo. Pero esto es una técnica estoica llamada
premeditatio malorum o la "meditación de los
males". Imagina que el peor de tus miedos se hace realidad. Imagina que tu
proyecto fracasa, que pierdes tu trabajo, que te quedas solo. ¿Qué harías?
¿Podrías sobrevivir? La respuesta es sí. Te levantarías, aprenderías y
seguirías adelante. Esta visualización te quita el poder al miedo. Cuando te
das cuenta de que el peor escenario no es el fin del mundo, el miedo se
debilita.
Paso 4:
Actúa con virtud.
El estoicismo es una filosofía de la acción. No se trata de resignación. Se
trata de aceptar lo que no puedes cambiar y de actuar con virtud en lo que sí puedes. ¿Qué es la virtud para un
estoico? Es la sabiduría, la justicia, la templanza y el coraje. Marco Aurelio
lo resumió así: "No pierdas más tiempo discutiendo lo que debe ser un buen
hombre. Sé uno".
Si tu espanto es el miedo al fracaso, actúa con coraje. Lánzate a esa
entrevista. Manda ese email. Presenta ese proyecto. Hazlo con la sabiduría de
que no puedes controlar el resultado, pero con la valentía de que lo estás
intentando.
La historia de Marco, ahora tú historia
Marco empezó a aplicar estos principios. Cada vez que sentía que su espanto
lo acechaba, se preguntaba: "¿Qué puedo controlar aquí?". Empezó a
poner su energía en lo que dependía de él: pulir su currículum, prepararse para
las entrevistas y, sobre todo, cambiar su mentalidad.
En lugar de ver el rechazo como un fracaso personal, lo veía como una
oportunidad para aprender. La primera entrevista que falló fue un golpe, pero
en lugar de ceder al pánico, analizó qué había salido mal. La segunda también.
Pero la tercera fue diferente. Entró a la entrevista con la tranquilidad de
quien ya ha aceptado el peor de los resultados. Su confianza era palpable. No
estaba desesperado por el trabajo; estaba interesado en él.
Y lo consiguió.
Pero el trabajo no fue lo que lo liberó. La verdadera libertad vino de la
comprensión de que él era el dueño de su mente. Los espantos no desaparecieron,
pero se volvieron más pequeños, más manejables. Ahora, cuando Marco se enfrenta
a una situación difícil, no se paraliza. Se sienta, respira y se pregunta:
"¿Qué está bajo mi control?". Y actúa.
Ahora, te toca a ti. Mira a tus espantos a los ojos. No huyas de ellos. No
los ignores. Acéptalos como parte de la vida, pero no permitas que te dominen.
Recuerda las palabras de Séneca, otro gran
estoico: “Sufrimos más en la imaginación que en la realidad”. Tus espantos, en
su mayoría, solo existen en tu mente. La filosofía estoica te da el mapa para
combatirlos. Te da las herramientas para ser libre, no del mundo, sino de ti
mismo.
¿Estás listo para dejar de huir y empezar a luchar? La batalla no es contra
fantasmas, es contra tus propios miedos. Y la victoria, créeme, vale la pena.