¿Cómo curar el espanto? tratamiento profundamente del mundo espiritual
En muchas comunidades indígenas de México, el espanto no es solo una expresión popular: es una dolencia real, tratada desde hace siglos a través de rituales ancestrales.
Especialmente en culturas como la otomí y la náhuatl, el espanto forma parte de
la medicina tradicional, y su tratamiento está profundamente ligado al mundo
espiritual.
Según el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI),
el espanto puede aparecer cuando una persona sufre una fuerte impresión —como
una caída o un susto— y, como consecuencia, su espíritu queda “atrapado” en ese
lugar.
El proceso de sanación comienza con la guía del sabio
mayor de la comunidad, quien acompaña a la persona afectada de regreso al
sitio del incidente.
Allí, la persona debe ponerse de pie mientras el anciano realiza una oración
especial y utiliza una planta llamada ruda para "recoger el
espíritu".
Después del ritual, el afectado debe dormir con la misma
camisa que llevaba puesta y con la planta utilizada en la ceremonia. Según la
tradición, al día siguiente ya debería estar curado.
¿Y qué dice la medicina moderna sobre el espanto?
Desde una perspectiva científica, el espanto podría estar
relacionado con varios trastornos reconocidos por la medicina occidental: Trastorno
de estrés postraumático, Depresión, Ansiedad, Insomnio, Dificultad para
concentrarse.
Incluso, en algunos casos, puede tratarse de un problema
orgánico, como una parasitosis o una bajada de azúcar (hipoglucemia).
El psicólogo Rafael Zepeda, académico de la Facultad de
Medicina de la UNAM, explica que muchas veces lo que se llama “espanto” podría
ser una reacción física provocada por un pico de adrenalina ante un evento
traumático.
Este tipo de respuesta del cuerpo incluye aumento del ritmo
cardíaco, contracción de los vasos sanguíneos, presión arterial elevada, y
disminución temporal del funcionamiento del sistema digestivo.
Una enfermedad con raíces culturales profundas
El espanto no solo se reconoce en México. También está
presente en países de Centroamérica como Honduras y El Salvador, y en algunas
regiones andinas de Perú o Venezuela.
Aunque tiene una explicación científica, muchas comunidades lo siguen tratando
como una enfermedad del alma o del espíritu.
Según la UNAM, el espanto está relacionado con otros males
tradicionales como el mal de ojo o el empacho, y sus remedios se
han transmitido de generación en generación.
¿Qué es exactamente el espanto?
Desde la cosmovisión indígena, se trata de una pérdida de
energía vital —conocida como el Tonalli—, que es el calor y la luz que
recibimos del Sol y que nutre al cuerpo humano.
Cuando alguien se asusta, puede “perder su Tonalli”. Y al
salir esta energía, también lo hace el calor del cuerpo, lo que genera una
serie de síntomas físicos y emocionales como:
Debilitamiento general, Tristeza o angustia, Insomnio o
sobresaltos al dormir, Falta de apetito, Dolores de cabeza, Sensación de frío,
sobre todo en manos y pies, Hipersensibilidad, Hinchazón abdominal y vómitos
Estos síntomas afectan la vida diaria de quien lo padece. No
puede descansar bien, se alimenta mal y pierde concentración, lo que termina
perjudicando su bienestar físico y mental.
Tradición y ciencia pueden coexistir
En conclusión, lo que algunas culturas llaman espanto,
la ciencia lo reconoce con otros nombres.
Y aunque las explicaciones pueden variar, el objetivo sigue siendo el mismo: sanar
a quien sufre.
La medicina tradicional y la medicina moderna no tienen por
qué contradecirse.
A veces, lo espiritual, lo simbólico y lo psicológico pueden caminar juntos…
hacia una misma cura.