La pasión por el trabajo en el campo, heredada con orgullo de sus padres, ha sido el motor que impulsa a Sandra Paredes, una mujer samaniéguense aprendiz del programa técnico en Producción Agropecuaria. Gracias a esa vocación, ella, junto a un equipo de aprendices del Valle del Cauca y el Atlántico, logró destacarse en la versión número 14 de las Olimpiadas Brasileñas Agropecuarias (OBAP), obteniendo un meritorio segundo lugar.
“Cuando me informaron de la convocatoria para las Olimpiadas en Brasil, asumí el compromiso con gran responsabilidad, consciente de que iba a representar al SENA, una entidad reconocida a nivel internacional. Fue un reto que me exigió dar lo mejor de mí, pero también una oportunidad única para demostrar que, desde nuestra región, a pesar de las dificultades, podemos destacarnos”, expresó Sandra Paredes, aprendiz del Técnico en Producción Agropecuaria del municipio de Samaniego.
Tras un exigente proceso de selección en CampeSENA, Sandra Paredes obtuvo el puntaje más alto que le permitió representar a Colombia en las Olimpiadas Agropecuarias, realizadas en el Instituto Federal de Educação, Ciência e Tecnologia, campus Senhor do Bonfim, en Bahía y otras localidades de Brasil. El certamen reunió a 53 equipos brasileños y delegaciones de Argentina, Colombia y Uruguay, donde gracias a su dedicación y preparación alcanzó un destacado reconocimiento para su región y el país.
“La experiencia de representar a mi país ha sido muy especial, pero también una gran responsabilidad. En estas Olimpiadas quise demostrar que en Colombia tenemos un enorme potencial para trabajar el campo y que los jóvenes campesinos podemos aportar al desarrollo agrícola con conocimiento y disciplina. A pesar de las dificultades que enfrentamos en nuestras comunidades, tenemos la capacidad de competir y destacarnos”, expresó Sandra.
La Olimpiada Brasileña de Agricultura (OBAP) está dirigida a estudiantes técnicos en Agricultura y Recursos Naturales, tanto de nivel medio como superior. El evento, organizado por IFSULDEMINAS junto a IF Baiano e IF Sertão-PE, cuenta con el respaldo de Cooxupé y otras entidades brasileras. Más de 50 voluntarios y docentes de distintos institutos conformaron el equipo logístico y académico que hizo posible esta competencia.
Con este importante logro de sus aprendices, el SENA continúa fortaleciendo escenarios para que las labores del campo nariñense sean reconocidas en diferentes lugares de la región y del mundo.
Curanderos: los médicos del alma que la ciencia no entiende
Imagina que despiertas una mañana con un dolor que no logras explicar. No es solo físico… hay algo dentro de ti, como una inquietud, un peso que te oprime. Vas al médico, te hacen exámenes, análisis, radiografías… y te dicen que no tienes nada. Pero tú sabes que algo no está bien. Entonces alguien, quizá tu abuela, tu vecino o un amigo, te dice: “Ve con el curandero”.
En ese momento entras en un universo distinto, donde el humo del copal reemplaza al olor de alcohol hospitalario, y donde el silencio se llena de rezos, cantos y símbolos. Ahí, frente al curandero, no solo eres un cuerpo enfermo: eres un alma herida, un ser completo que busca equilibrio.
¿Qué es un curandero?
El curandero es, en palabras de Rutilio García Pereyra y Efraín Rangel Guzmán, “un elemento representativo de la cultura, una figura mítica de respeto y de temor, buscada por su capacidad de explicar lo oculto, aquello que escapa a la razón.
A diferencia del médico, que se apoya en estudios científicos y protocolos clínicos, el curandero trabaja en un terreno donde lo simbólico, lo espiritual y lo psicológico se entrelazan. Su práctica, lejos de ser improvisada, es heredada de generaciones, moldeada por la tradición indígena, el conocimiento empírico y, en muchos casos, una profunda conexión con lo sagrado.
Tú lo conoces quizá por otros nombres: brujo, chamán, yerbero, huesero, partera… todos reflejan la misma esencia: alguien que cura, aunque no tenga diploma colgado en la pared.
El don de sanar
Te sorprendería saber que muchos curanderos no se proclaman a sí mismos sanadores por elección, sino por “don”. Algunos aseguran que fue un sueño el que les reveló su capacidad; otros cuentan que un maestro —un abuelo, un padre, una comadre— los inició en los secretos de las hierbas, los rezos y los rituales.
Ese don no solo consiste en preparar remedios de plantas, inciensos o ungüentos. Es también la habilidad de tocar el alma del paciente. Porque, como señala González Quevedo, “el poder de la sugestión reduce la angustia del paciente, y la imposición de las manos influye notablemente en su estado de ánimo”.
En otras palabras, un curandero no solo atiende el dolor físico, sino que logra algo que a veces la medicina científica no alcanza: hacerte sentir acompañado, escuchado, comprendido.
El ritual: un puente entre mundos
Déjame contarte cómo es una sesión con un curandero.
La cita puede ser de noche, quizá a las nueve. El cuarto está en penumbra, iluminado por velas. El curandero prende un cigarro de tabaco fuerte —el mapacho— y sopla su humo sobre un frasco con ayahuasca, como si el humo fuera un puente entre este mundo y otro invisible.
No hay batas blancas, sino oraciones, cantos, símbolos. Cada objeto en ese lugar tiene un sentido: las hierbas, las imágenes de santos, las piedras o figuras de yeso. Todo forma parte de lo que los investigadores llaman un proceso semiótico: un lenguaje de gestos, sonidos y símbolos que crean un ambiente de sanación.
El médico te habla de diagnósticos; el curandero te habla de energías. El médico observa tu cuerpo; el curandero observa también tu ánimo, tus silencios, lo que tu mirada revela.
Y aunque la ciencia pueda decir que lo suyo son placebos, no puedes negar que al salir de esa habitación, te sientes distinto.
¿Por qué la gente busca a los curanderos?
Quizá te preguntes: si tenemos hospitales, médicos especializados y tecnología, ¿por qué alguien elegiría un curandero?
La respuesta es simple: porque no siempre buscamos una pastilla, sino alivio.
El antropólogo María Eugenia Modena lo resumió así: “Cuando aparece el malestar, la sensación de enfermedad o la crisis aguda en que el cuerpo denota que algo negativo se expresa en él, surge el curador”
Quien acude a un curandero lo hace por múltiples razones:
Porque la medicina ya lo desahució.
Porque necesita paz espiritual.
Porque quiere comprender lo que vive desde otra perspectiva.
Porque busca lo que un hospital no le puede dar: consuelo, misticismo, esperanza.
Y lo más curioso es que no solo van campesinos o personas humildes. También lo hacen aquellos con dinero, estudios y poder.
Curandero vs. médico: dos visiones del mundo
Ahora, aquí está la gran diferencia.
El médico científico ve al cuerpo como una máquina compuesta de órganos, tejidos y células. Su tarea es reparar lo que está roto, con fármacos, cirugías o terapias.
El curandero, en cambio, entiende al ser humano como un todo. Para él, la enfermedad no es solo un mal físico, sino un desequilibrio entre cuerpo, mente y espíritu.
Mientras el médico te receta antibióticos, el curandero puede darte un té de ruda, imponerte las manos o hacer una limpia con huevo. Y aunque la ciencia lo descalifique, en ese momento, lo que recibes no es solo un remedio: es un acto de fe.
Como señala Anzures y Bolaños, “se trata de un sistema sincretista en el que influyen substancias naturales, creencias religiosas y factores psicológicos”
En otras palabras, un curandero mezcla plantas, símbolos y fe, mientras un médico mezcla químicos, estadísticas y ciencia.
El poder de lo invisible
Pero aquí hay un punto clave: gran parte del efecto del curandero está en lo invisible.
La sugestión, el poder de la palabra, del gesto, del símbolo. Cuando el curandero te toca la frente y murmura una oración, tu mente se relaja. Cuando enciende incienso, tu cuerpo asocia el olor con lo sagrado. Cuando agita sus manos sobre ti, sientes que algo cambia.
El semiólogo Umberto Eco decía: “El signo es todo aquello que tiene significado”. En el mundo del curandero, cada humo, cada canto, cada movimiento es un signo que reconfigura tu manera de sentirte
Quizá la ciencia lo llame “placebo”. Pero, dime algo: si ese placebo logra que tu dolor desaparezca, ¿acaso no es también una forma de curación?
Perseguidos y necesarios
A lo largo de la historia, los curanderos han sido perseguidos. En tiempos de la colonia, la Inquisición los acusaba de brujos. Hoy, muchos médicos los llaman charlatanes.
El Diccionario de la Real Academia Española los define como “personas que hacen de médico sin serlo”. Pero esa definición, como señalan los investigadores, ignora el peso cultural y social que tienen
Porque en cada pueblo, en cada barrio, el curandero representa algo más que un sanador. Es también consejero, guía espiritual, guardián de la tradición.
Y frente a un sistema de salud que muchas veces no alcanza a todos, los curanderos siguen siendo una alternativa real, especialmente para los más pobres.
¿Milagro o cultura?
Entonces llegamos a la gran pregunta: ¿los curanderos curan de verdad?
Los antropólogos dicen que sí… pero no siempre de la manera que imaginas. Muchos de los que acuden a ellos sufren enfermedades psicosomáticas, dolencias que nacen en la mente y se manifiestan en el cuerpo
En esos casos, la fe, el ritual y la sugestión son tan poderosos como una medicina.
Y ahí está la clave: no se trata de enfrentar ciencia contra magia, sino de entender que la salud es más amplia que un diagnóstico clínico.
Una herencia que sigue viva
Quizá pienses que esto es cosa del pasado, que los curanderos pertenecen a una era sin hospitales ni tecnología. Pero la verdad es otra: siguen vivos, activos, buscados.
En pleno siglo XXI, en las ciudades, en las calles llenas de anuncios y hospitales privados, todavía hay quienes tocan la puerta de un curandero. Y es que, como concluye el estudio Curanderismo y magia: “Los rituales del curandero siempre estarán impregnados del elemento mágico, atribuyendo poderes sobrenaturales o divinos, porque de algún modo satisfacen la necesidad de salud que el Estado no ha sido capaz de proporcionar”
Y si lo piensas bien, incluso en tu propia casa, esa tradición sigue presente. ¿Acaso nunca tu madre o tu abuela te prepararon un té de manzanilla para el dolor de estómago? ¿Nunca te pusieron un cataplasma de hierbas? Eso también es herencia de los curanderos.
Epílogo: el médico del alma
Hoy quiero dejarte con esta reflexión:
Un médico puede salvarte la vida con un bisturí. Pero un curandero puede devolverte la esperanza con una oración. Y en un mundo donde la salud es también equilibrio emocional y espiritual, ambos tienen un lugar.
Porque, en el fondo, la pregunta no es si los curanderos curan como los médicos. La verdadera pregunta es: ¿qué necesitas tú para sanar?
¡Un tesoro escondido en los Andes! La Laguna de la Cocha se afianza como el destino turístico imperdible de Nariño
A solo 20 kilómetros de Pasto, un paraíso andino emerge de la neblina para cautivar a locales y extranjeros.
La Laguna de la Cocha, conocida también como Lago Guamuez, se ha consolidado como un destino turístico de primer nivel, ofreciendo una experiencia mágica a más de 2.600 metros sobre el nivel del mar.
Este rincón del sur de Colombia no solo enamora con sus aguas cristalinas y sus paisajes montañosos, sino que también ofrece una inmersión completa en la cultura y la gastronomía local.
El recorrido comienza en el pintoresco pueblo de El Encano, famoso por sus cabañas sobre pilotes que parecen flotar sobre el agua.
Aquí, los sabores de la región se vuelven protagonistas, con restaurantes flotantes que sirven la especialidad local: la trucha arcoíris, un manjar fresco que deleita a todos los paladares.
Pero la joya de la corona es la Isla La Corota, un santuario de flora y fauna al que se puede llegar en un corto y pintoresco paseo en lancha.
Este rincón protegido invita a los visitantes a conectar con la naturaleza y a descubrir la biodiversidad única del lugar.
La Cocha no es solo un destino, es una experiencia que combina paisajes de ensueño, tradición y una paz inigualable.
El misterio del susto: Las Curas de Espanto en el Perú
En las vastas
tierras del Perú, donde los Andes se encuentran con la selva y el desierto, no
todas las enfermedades tienen una cura en la farmacia. Hay padecimientos que
nacen del miedo, de un encuentro repentino con lo desconocido, de una caída
inesperada o de un suceso traumático que, según la sabiduría popular,
"roba el alma". Este mal es conocido como el susto o espanto,
y su tratamiento es un fascinante viaje a las raíces de la cosmovisión andina y
amazónica: las curas de espanto.
Imaginen a
una joven, llamémosla María, que un día, mientras pastoreaba sus ovejas en los
altos de Cusco, ve caer un rayo tan cerca que el estruendo la deja paralizada.
Días después, María no es la misma. Ha perdido el apetito, está pálida, llora
sin razón y tiene pesadillas recurrentes. Su familia, lejos de llevarla a un
centro de salud convencional, sabe que el "susto" le ha hecho un mal.
Su alma, asustada, ha quedado atrapada en el lugar del incidente.
Es aquí
donde entra en acción el curandero o chamán, un personaje central
en esta narrativa de sanación. Este experto en lo invisible, a través de
rituales ancestrales, busca devolverle el alma a la persona. El sociólogo Fernando
Fuenzalida explicaba que el "susto" no es solo una enfermedad,
sino "un desequilibrio del ser humano con su entorno, con la
naturaleza".
El ritual: Un viaje para recuperar el alma
La cura del
susto es un ritual que puede variar según la región, pero que comparte
elementos comunes. Generalmente se lleva a cabo al anochecer, el momento en que
se cree que el "alma" es más receptiva a ser llamada. El curandero
prepara un sahumerio con hierbas como la ruda, el romero y el incienso. El
humo, considerado sagrado, purifica el espacio y ahuyenta a los malos
espíritus.
Luego, con
la persona asustada recostada, el curandero realiza un barrido con un
atado de hierbas, o incluso un huevo, por todo el cuerpo. Con cada pasada,
murmura rezos en quechua o español, llamando al alma perdida: "¡Alma de
María, ven! ¡Regresa a tu cuerpo!" El curandero le habla al lugar del
susto, a la tierra, a los cerros, pidiéndoles que liberen el espíritu
capturado. A veces, la persona debe beber una infusión de hierbas amargas para
"limpiar" el cuerpo por dentro.
El
antropólogo Manuel Marzal, en su libro El Sincretismo en el Perú,
describe estos rituales como "un sistema de creencias que ofrece a la
gente un marco para entender sus desgracias y, a su vez, una forma de actuar
para solucionarlas". La persuasión en este ritual no reside en la medicina
moderna, sino en la creencia, en la fe y en la reconexión con la tierra. La
sanación ocurre cuando el individuo, a través del ritual, se convence de que su
alma ha regresado.
El día
después, la familia de María la ve más animada. Ha vuelto a comer, su semblante
ha recuperado color. El miedo ha sido exorcizado. La historia de María es solo
una de las miles que se cuentan en Perú, demostrando que en la cosmovisión
andina, la salud no es solo la ausencia de enfermedad física, sino la armonía
entre el cuerpo, el alma y el universo. Las curas de espanto son, en esencia,
un recordatorio de que somos parte de un todo, y que a veces, para sanar,
debemos reconciliarnos con los lugares y los espíritus que habitan nuestra
tierra.
La ciencia y la espiritualidad: ¿Un puente entre dos
mundos?
Aunque para
la medicina occidental el susto puede asociarse a un trastorno de estrés
postraumático, a nivel sociocultural su significado va más allá de un
diagnóstico clínico. En 2004, la Organización Mundial de la Salud (OMS)
reconoció la existencia de este tipo de síndromes culturales, admitiendo que el
bienestar de un individuo está profundamente ligado a su contexto cultural y
espiritual.
Como dice el
antropólogo y especialista en salud intercultural Julio César Londoño,
estas prácticas ancestrales "no son un desafío a la medicina, sino un
complemento, una respuesta que la ciencia no puede dar a un mal que es del
alma".
En las altas cumbres de los Andes peruanos, donde las montañas tocan el
cielo y los vientos murmuran historias antiguas, existe un mal que no se ve,
pero se siente con todo el ser: el susto, o como se le conoce en
quechua, el Mancharisqa. No es una simple gripe o un dolor de cabeza,
sino un padecimiento del alma. La creencia andina dice que un impacto emocional
tan fuerte como una caída, un accidente o un encuentro repentino puede arrancar
el espíritu, la "sombra", del cuerpo, dejándolo a la deriva.
La enfermedad de la sombra perdida
Imaginemos a un comunero, de repente pálido, sin apetito, con un miedo que
lo paraliza. Siente náuseas, su cabeza le da vueltas y, en el peor de los
casos, una sensación de muerte inminente lo invade. Su familia, lejos de buscar
una pastilla, sabe lo que ocurre: el susto
ha robado su esencia. Es aquí donde la medicina tradicional andina se convierte
en la única esperanza.
Para curar este desequilibrio, se recurre a los yatiris o curanderos, guardianes de la
sabiduría ancestral. Estos especialistas no solo son sanadores, sino también
intermediarios entre el mundo visible y el invisible. Su misión es traer de
vuelta el alma extraviada y restaurar la armonía perdida.
El ritual para llamar al espíritu
La cura del susto es un ritual lleno de simbolismo, una ceremonia que invoca
a la tierra y a los espíritus. El yatiri,
rodeado de la familia del paciente, comienza su labor. Los elementos que usa no
son al azar; cada uno tiene un propósito sagrado:
·Llamando al ánimo: El curandero toma una
pequeña campanilla y la hace sonar mientras pronuncia el nombre del paciente,
una y otra vez. Se cree que el sonido, junto con la invocación, es un llamado
directo al espíritu para que regrese a su hogar.
·Ofrendas a la tierra: Se preparan
ofrendas especiales que pueden incluir hojas de coca, cigarrillos y huevos.
Estos elementos se utilizan para apaciguar a los espíritus del lugar donde
ocurrió el susto, pidiéndoles que liberen al alma del paciente.
·Baños de florecimiento: El curandero
prepara una mezcla de plantas y hierbas. Este "baño de florecimiento"
purifica y revitaliza el cuerpo, limpiando las energías negativas que el susto
dejó a su paso.
·El rol de la familia: La sanación no es
un acto solitario. Es un rito comunitario donde la familia participa
activamente, brindando su apoyo emocional. En algunos casos, se usa la ropa del
paciente como parte del ritual, fortaleciendo el vínculo con el cuerpo que el
alma debe habitar.
Se cree que los días más propicios para realizar estas curas son los martes
y viernes, días que la tradición andina considera más potentes para este tipo
de rituales. Al final del ritual, el yatiri
puede dar al paciente un brebaje o producto local para completar la
purificación.
Al igual que en otras partes del mundo, estas prácticas demuestran que la
salud va más allá de lo físico. El Mancharisqa es un recordatorio de que, en la
cosmovisión andina, el bienestar es un delicado equilibrio entre el cuerpo, el
espíritu y el mundo natural.
Nada peor que pasar horas frente al
portátil y sentir cómo la espalda se tensa, los ojos se secan y la
concentración se evapora. Si eres de los que usa el notebook para trabajar
desde casa, la oficina o cualquier lugar, necesitas más que solo un equipo
potente.
Aquí vas a encontrar los consejos
fundamentales para trabajar de manera cómoda y saludable con tu notebook,
integrando recomendaciones prácticas, datos técnicos y —por qué no admitirlo—
una pizca de experiencia vivida. Esta guía, pensada para quienes buscan
productividad sin sacrificar bienestar, es tu mapa hacia una rutina más
inteligente, menos dolorosa y con más sentido común.
¿Por
qué es vital cuidar la postura frente al notebook?
Sí, la ergonomía no es solo un tema de moda
ni un capricho de los expertos en salud ocupacional. Mantener una postura
correcta al trabajar
con notebook reduce el riesgo de dolores musculares, fatiga visual y
lesiones a largo plazo.
Las malas costumbres, como encorvarse sobre
el teclado o trabajar desde la cama, pueden pasar factura—créeme, lo he
comprobado más de una vez.
Lo mejor es anticiparse, ajustar tu entorno y evitar caer en esas “soluciones
rápidas” que luego traen problemas de salud. Es simple: tu cuerpo te lo va a
agradecer.
Ajusta
la altura y el ángulo de la pantalla del notebook
No basta con “sentarse derecho”. Si la pantalla
de tu notebook está demasiado baja, la cabeza va a terminar inclinada hacia
adelante. Esa posición, mantenida durante horas, genera tensión en el cuello y
los hombros. Lo recomendable es usar un soporte, unos libros o incluso una caja
estable para elevar la pantalla a la altura de tus ojos. ¿Que se ve raro? Tal
vez... pero funciona.
Utiliza
teclado y mouse externos para mayor comodidad
Otro clásico: escribir largas horas usando
el teclado del portátil. Tus muñecas y hombros no tardarán en quejarse. Si
tienes que escribir mucho, un teclado externo para notebook y un mouse
ergonómico marcan la diferencia. Así, puedes mantener los codos en un ángulo de
90 grados y las muñecas en posición neutra. El cambio es sutil, pero después de
un día largo, la diferencia es enorme.
Iluminación
y entorno: aliados de tu bienestar
El ambiente donde trabajas influye tanto
como el propio equipo. Si la luz natural es escasa, forzarás la vista.
Si el entorno es ruidoso o incómodo, tu rendimiento cae y la fatiga se
multiplica.
Aprovecha
la luz natural y reduce reflejos en la pantalla
Trabajar junto a una ventana es un lujo
para la vista, pero cuidado con los reflejos. Coloca tu notebook de modo que la
luz no apunte directo a la pantalla. Si la habitación es oscura, una lámpara de
escritorio ajustable ayuda a mantener el enfoque visual y evitar la fatiga
ocular. Puede parecer un detalle menor, pero los reflejos en la pantalla del
notebook son enemigos silenciosos del rendimiento.
Ordena
tu espacio de trabajo para más concentración
Un escritorio despejado ayuda a reducir el
estrés y a organizar tus ideas. Haz la prueba: elimina papeles, cables y
objetos innecesarios. Sí, es cierto, suena a consejo de autoayuda barata...
pero funciona. Un entorno ordenado mejora la productividad, la creatividad y
reduce la sensación de agobio, sobre todo en días pesados.
Pausas
activas y movimiento: el antídoto contra el sedentarismo digital
Permanecer horas sentado frente a un
notebook no solo afecta la postura, también el ánimo y la circulación. Aquí no
hay milagros ni fórmulas secretas, pero sí estrategias simples.
Realiza
pausas cada 50 minutos para estirarte
La clave está en el movimiento. Cada hora,
levántate, estira brazos y piernas, da una vuelta. Incluso una breve caminata
por la casa hace la diferencia. ¿Te sientes culpable por “perder tiempo”? Es
una trampa. Las pausas activas para notebook aumentan la concentración y
previenen molestias musculares.
¿No tienes reloj a mano? Usa alarmas, apps, o tu propio cuerpo cuando empiece a
quejarse.
Ejercicios
para cuello, hombros y muñecas
No se trata de volverte atleta olímpico en
la sala. Pequeños ejercicios de estiramiento para cuello, hombros y muñecas
ayudan a combatir la tensión acumulada. Mover suavemente la cabeza en círculos,
encoger y soltar los hombros o girar las muñecas durante unos segundos puede
evitar lesiones. Incluso con la pereza que da, vale la pena intentarlo.
Optimiza
el uso de tu notebook para trabajar más y mejor
No todo es físico. El propio manejo del
equipo influye en tu bienestar. ¿Sientes que el notebook se calienta, hace
ruido o se pone lento? Es hora de revisar algunos detalles técnicos.
Mantén
el notebook limpio y bien ventilado
El polvo es enemigo de la salud del portátil. Un equipo
limpio se calienta menos y rinde mejor. Usa aire comprimido para limpiar teclas
y rejillas. Evita usar el notebook sobre superficies blandas (cama, cojines),
porque obstruyen la ventilación y pueden dañar componentes.
Consejo de oro: un notebook limpio y ventilado dura más y te ahorra
dolores de cabeza.
Cuida
la batería y los cables para evitar accidentes
¿Cuántas veces tropiezas con el cable de
carga? Colócalo de manera segura para no provocar caídas o cortocircuitos. Si
usas el notebook todo el día, trata de no mantenerlo enchufado siempre; alterna
entre batería y corriente, según recomiendan los fabricantes.
Las baterías de notebooks actuales suelen ser inteligentes, pero no
invencibles.
Ergonomía
digital: cuida tus ojos, muñecas y mente
No es solo cuestión de sillas y
escritorios. El bienestar digital al trabajar con notebook incluye
cuidar la vista, evitar sobrecargas cognitivas y mantener el equilibrio mental.
Ajusta
el brillo y el modo nocturno de la pantalla
El exceso de brillo puede causar cansancio
ocular. Ajusta el brillo según la luz ambiente y, si trabajas de noche, activa
el modo nocturno o usa apps que filtren la luz azul. Esto reduce el riesgo de
insomnio y molestias en los ojos.
Emplea
software para organización y productividad
Aprovecha aplicaciones de gestión de
tareas, recordatorios y agendas digitales. Un buen software no solo organiza tu
trabajo, sino que reduce el estrés mental al tener claras tus prioridades.
A veces, el caos no está afuera, sino en la cabeza...
Prioriza tu
bienestar para trabajar a largo plazo
Si algo he aprendido, es que el cansancio,
el estrés y los pequeños dolores terminan pasando factura. No hay “solución
mágica”; se trata de sumar hábitos y ajustar detalles para que tu experiencia
de trabajo con notebook sea positiva. Y sí, alguna vez he ignorado estos
consejos, solo para arrepentirme después.
Consejos
finales para trabajar de forma saludable con tu notebook
No tienes que hacer cambios radicales de un
día para otro. Empieza por pequeños ajustes: eleva la pantalla, usa teclado
externo, haz pausas y ordena tu espacio. Escucha a tu cuerpo.
La comodidad al trabajar con notebook
es resultado de muchas pequeñas decisiones, no de una gran inversión.
Nadie es perfecto ni aplica todos los
consejos al pie de la letra. Supongo que, como yo, un día los sigues y al otro
los olvidas. Pero lo importante es no resignarse al malestar—cada pequeño
cambio cuenta.
Preguntas
frecuentes sobre cómo trabajar cómodo y saludable con notebook
¿Cuál
es la mejor postura para usar el notebook durante varias horas?
La postura ideal es con la espalda recta,
pies apoyados y pantalla a la altura de los ojos. Evita encorvarte y mantén los
codos en ángulo de 90 grados.
¿Cómo
evitar el cansancio visual al trabajar con notebook?
Ajusta el brillo, usa filtros de luz azul y
haz pausas cada cierto tiempo. La luz natural también ayuda a reducir la fatiga
ocular.
¿Qué
accesorios mejoran la comodidad al trabajar con notebook?
Un soporte para elevar la pantalla, teclado
y mouse externos, y una silla ergonómica son aliados para mejorar la
experiencia y la salud.
¿Por
qué es importante hacer pausas activas frente al notebook?
Las pausas ayudan a prevenir lesiones,
mejorar la circulación y mantener la concentración. Pequeños movimientos
frecuentes tienen un gran impacto a largo plazo.
El Alma Perdida y las Hierbas que la
Llaman: Recetas Ancestrales Contra el Espanto
¿Alguna vez han sentido que un susto les ha robado algo más que la calma?
¿Una sensación de vacío, un desgano que se pega al cuerpo como la sombra de la
tarde? En nuestras tierras, ricas en saberes y misterios, a esa sensación se le
conoce como “espanto” o “suto”. No es una simple palabra, es la descripción de
un alma que, tras una fuerte impresión, se ha desprendido momentáneamente de su
cuerpo.
Por ejemplo, al mirar a un niño. El médico dirá que no tiene nada, que solo
fue un sobresalto. Pero su abuela, con la sabiduría que le heredaron sus
ancestros, sabe que su “espíritu” se ha quedado atrás, atrapado en el lugar del
susto. Como describe el antropólogo Arthur Rubel, quien
dedicó años al estudio de este fenómeno en comunidades de México y Guatemala,
el susto es “una enfermedad popular” que se basa en la creencia de que “una
fuerte emoción es la responsable de la pérdida del alma”. Y cuando el alma se
pierde, el cuerpo padece.
Pero así como existe el mal, existe el remedio. Nuestras abuelas y los
curanderos de nuestros pueblos guardan con celo las “recetas contra el
espanto”. No son simples preparados, son rituales de amor y fe que buscan
llamar al alma de vuelta a su hogar.
Hoy, les compartiré algunas de estas recetas, no como una simple lista de
ingredientes, sino como un viaje al corazón de una sabiduría que se niega a
morir.
La Limpia: Un Barrido para el Alma
La primera y más conocida receta es la “limpia”. Es un acto de
purificación, un barrido energético para quitar el “aire” pesado que dejó el
susto. Para ello se usan hierbas con propiedades protectoras.
La ruda, con su aroma penetrante, es valiente y aleja las
malas energías. El romero, bendecido por el sol,
purifica y fortalece. La albahaca, dulce y
sagrada, llama a los buenos espíritus. Y el pirul, el árbol
sagrado, es un poderoso limpiador. Se forma un ramo con estas hierbas frescas y
se “barre” el cuerpo de la persona asustada, de la cabeza a los pies, rezando
con fe para que todo mal se vaya. A veces, el ramo se pasa por el humo de copal
o incienso, un sahumado que eleva las plegarias y limpia el ambiente.
El Llamado del Espíritu: La Sopa que
Reconforta
Una vez que el cuerpo está limpio, hay que nutrirlo y, a la vez, llamar al
espíritu para que regrese. Para esto, no hay nada como una sopa reconfortante,
una “sopa de espanto”.
No hay una única receta, pues cada familia tiene su secreto. Pero casi
siempre llevará ajo para espantar los miedos, cebolla para purificar la sangre, y hierbas como el cilantro o la hierbabuena para
devolver la frescura y la alegría. Mientras se prepara, se le habla al caldo,
se le pide que sea medicina, que llame al espíritu perdido con su aroma y su
calor. El acto de tomar la sopa es un ritual en sí mismo, un abrazo líquido que
le dice al alma: “vuelve a casa, aquí te cuidamos”.
El Huevo Sanador: El Diagnóstico del
Alma
En casos más profundos de espanto, se recurre al huevo. Como lo documentó
el investigador italiano Italo Signorini en
sus estudios sobre la medicina tradicional, el huevo tiene la capacidad de
absorber la energía negativa. Él y su colega Alessandro Lupo plantearon que “el
susto es uno de los daños más grandes que podría sufrir un hombre, debido a que
lleva a contraer muchas enfermedades y también la muerte”.
Se pasa un huevo fresco por todo el cuerpo del asustado, mientras se reza
en silencio. El huevo, en su fragilidad, recoge el mal. Al romperlo en un vaso
con agua, las formas que crea la yema y la clara son leídas por el curandero.
Burbujas, hilos, mantos… cada figura cuenta la historia del susto y revela si
el espíritu ya ha regresado o si necesita más ayuda.
Estas recetas, que pueden parecer simples supersticiones a los ojos
modernos, son en realidad un complejo sistema de sanación que atiende al
cuerpo, a la mente y, sobre todo, al espíritu. Son la prueba de que nuestras
culturas ancestrales entendían algo que la ciencia apenas comienza a explorar:
que las emociones tienen un impacto profundo en nuestra salud y que la sanación
verdadera es un acto de amor, fe y comunidad.
Así que la próxima vez que sientan ese frío inexplicable, ese cansancio del
alma, recuerden la sabiduría de la abuela. Quizás solo necesiten una limpia con
romero, una sopa caliente o el susurro de una oración para llamar a su espíritu
de vuelta a casa.
En el Centro Internacional de Producción Limpia Lope se realizó la premiación del concurso de literatura, un espacio promovido por el Sistema de Bibliotecas y Bienestar al Aprendiz, con participación de aprendices de Coordinación de Sistemas Integrados de Gestión, para fomentar la lectura, la escritura y la creatividad.
En la Biblioteca del Centro Lope los aprendices e instructores participaron en una jornada dedicada a la promoción de la lectura y la escritura. El evento brindó un espacio para visibilizar obras literarias y motivar la creación textual.
Gustavo Barrios, aprendiz del programa Coordinación de Sistemas Integrados de Gestión, destacó en este encuentro cómo la escritura le ayudó a superar dificultades de comunicación en su infancia y a expresar su imaginación a través de cuentos y poemas. Por su participación, recibió un reconocimiento con su texto presentado.
Desde el área de artes del programa Bienestar al Aprendiz promueven y apoyan distintas expresiones artísticas como la danza, el teatro, la pintura y, en esta ocasión, la literatura. Estas iniciativas buscan fortalecer las habilidades creativas de los aprendices.
De esta manera, la biblioteca del Centro Lope continúa impulsando espacios de encuentro con las artes y la literatura, promoviendo la escritura como una herramienta de inspiración e imaginación para fortalecer las habilidades críticas y creativas de los aprendices